Acomodada en una preciosa poltrona de inspiración francesa y con una románticas y únicas cortinas que combinan con precisión las texturas cálidas del lino y la seda como telón de fondo, la diseñadora Begoña Eben Aresti se conecta con Rúa Salón para contarnos sobre su vida, su carrera e inspiraciones.
Su hogar en la capital es un reflejo de un estilo ecléctico y particular que dan cuenta no sólo de su profunda búsqueda de inspiración, su incontrolable creatividad y innegable amor por la estética y el arte sino que también de una complexión de experiencias marcadas a fuego en su alma.
Su talento nació en lo más profundo de su seno familiar con la inspiración constante de su abuela materna quien la influenció con su elegante gusto y sus elecciones de moda. Eso se vio reflejado en los juegos con maquinas de coser y casas de muñecas, siempre impecables y decoradas a la perfección y en la inquieta fascinación por intervenir los espacios en su casa familiar de estilo inglés en Gertrudis Echeñique, Las Condes y también en su hogar en la comuna de Molina en la hermosa región del Maule.

Precisamente ese ambiente rural, marcado además por la ligazón de su familia con el rubro vitivinícola, también son parte de su sello estilístico, lo que se expresa en la utilización de elementos propios del campo chileno y materiales ancestrales como el adobe.
Un viaje transformador
Antes de adentrarse de manera profunda en el desarrollo de proyectos de decoración interiorismo y arquitectura Begoña incursionó en el campo del diseño de vestuario y posteriormente en la creación y confección de joyas exclusivas, oficio que hoy sigue ejecutando de manera especial. Este camino la fue llevando paso a paso hacia lo que hoy es su pasión y principal foco.
«Amigos y conocidos me empezaron a pedir ayuda porque les gustaba mi casa y así poco a poco me fui metiendo en proyectos cada vez más grandes hasta ahora que incluso trabajo la construcción, la arquitectura y el paisajismo, es decir el proyecto completo, lo que me fascina».

En viaje no es sólo temporal y por distintos oficios, sino también en kilómetros y es que Begoña también estuvo viviendo en Europa, lo que le dio no sólo una nueva visión de las cosas a nivel personal, sino que también en relación al diseño y el arte.
Pero un viaje un poco más cercano es hoy parte esencial de su carrera.
El alma de Vichuquén
Lugar de ascender tortuoso si nos tomamos de la raíz quechua, lugar aislado o lago donde viven los Vilu si referenciamos el mapudungun, está joya de la costa norte del Maule se ha transformado en el centro de operaciones de Begoña.
En la localidad turística ella realiza proyectos integrales, ya que cuenta con un completo y profesional equipo para cubrir todos los requerimientos, fue ahí también donde pudo cumplir uno de sus sueños: Casa Bego.
«Remodelar esta vieja casona y darle mi impronta fue verdaderamente inspirador y satisfactorio. Es lo que más me gusta hacer, dar nueva vida a casas o locales que están abandonados u olvidados, es increíble. lo que más le apasiona, llegar a una casa ‘destruida’ y que me digan ¿qué podemos hacer? es como un sueño», dice la protagonista.
«Algo así me pasó con casa Bego, que cerramos hace dos años porque ya simplemente no me daba el tiempo, pero era un lugar donde la gente se reunía, que le dio vida a Vichuquén y que al mismo tiempo me permitió llevar a cabo este sueño de transformar un espacio y darle nueva vida», cuenta Begoña sobre la tienda de decoración y cafetería que administró hasta hace poco tiempo.

Y es que, precisamente, esa experiencia con casa Bego le abrió más oportunidades y aumentó su carga laboral, desarrollando proyectos de gran envergadura, especialmente en el área de las denominadas segundas viviendas y sus proyectos hoy son parte del alma de la comunidad. Gran parte de esos desafíos incluyeron también la creación de jardines y paisajes, otra de sus grandes pasiones.
Inspiración en casa
El paisajismo entró en la vida de Begoña para no abandonarla más y todo comenzó de la mano de una de las más descadas profesionales del área: Bernardita Pietro.
La recordada paisajista fue quien diseño y ejecutó el paisajismo en la casa particular de Begoña y en el proceso ella no sólo se encantó con la magia de la arquitectura exterior sino que fue mucho más allá, aprendiendo de cada detalle posible, desde el comportamiento de las especies en relación al espacio y el clima hasta el diseño mismo de cada espacio determinado del jardín y el patio. Así comenzó a estudiar y adaptar la naturaleza a su propio gustó y estilo y hoy el paisajismo es parte de su propuesta de valor.

«Me encanta crear jardines entretenidos, soy de usarmuchos maceteros y generar orden, es un poco inspirado en los jardines de tipo francés o italiano, con espacios muy bien definidos y entretenidos, no me gustan los jardines silvestres, sino que verdaderamente diseñarlos y generar ambientes», quien ahora ofrece el paisajismo dentro de sus servicios generando un proyecto verdaderamente integral y completo de la mano de su estilo único.
Un estilo muy especial
El eclectismo se toma los diseños de Begoña Eben por completo. No se trata solo de mezclar por mezclar, sino que de contar un historia y generar ambientes acogedores a través de las distintas texturas y formas. Murallas recubiertas de adobe, mucha madera noble, piedras y un exquisito juego con telas y otros textiles forma parte de un juego donde las paletas de colores neutras y los tonos pasteles entregan un caracter innegable.
Las épocas también se entremezcla con artículos propios del pasado y la funcionalidad vanguardista y materiales de última generación.
Es difícil así categorizar los trabajos en un estilo determinado aunque hay referencias al boho, al rústico chic e incluso ciertos elementos o toques que nos hacen viajar a castillos de señores feudales en el medievo, como grandes lámparas colgantes y aplicaciones en hierro, que se conjugan con una iluminación muy bien desarrollada, generando una atmosfera única, acogedora pero con mucha personalidad.
«Me gusta mezclar todo y utilizar materiales nobles, pero creo que lo que más me caracteriza es el hecho de hacer cosas únicas y personalizadas. En general hacemos todo a pedido, intervenimos y creamos nosotros mismos viejos objetos para darles nueva vida o crear cosas muy poco comunes. Eso nos permite marcar diferencias porque en el retail es todo muy estandar. Entonces desde los cojines hasta las lámparas lasdesarrollamos prácticamente de cero y con el arte siempre busco hasta encontrar la pieza o cuadro preciso para el proyecto que estoy desarrollando. La idea al fin es crear espacios únicos y atemporales», afirma la diseñadora.



Libertad creativa
«Si hay más personas se va perdiendo o escondiendo un poco tu creatividad. Cuando tienes a muchas cabezas en un proyecto todo se desordena un poco y por otro lado te vas autolimitando para no entrar en conflicto con la idea del otro. Es por eso que me gusta tomar proyectos completos», explica Begoña.
Su inquieta creatividad se desborda en aquellos procesos y es por eso que es hoy por hoy su principal foco y, por lo mismo, en conjunto con su equipo, está cada vez desarrollando más proyectos desde cero, incluyendo planimetria y arquitectura, principalmente en Vichuquén.
Y mientras sigue prestando servicios de decoración e interiorismo en otras zonas del país, sueña con poder seguir explorando profundamente el diseño integral o bien tomar viejas casas y transformarlas en paños en blanco, pero sin olvidar que aunque es un trabajo, es una pasión que quiere seguir disfrutando.
«Me encanta lo que hago pero la idea no es que se vuelva algo agotador o que me aburra, sino que todo lo contrario. No quiero hacer demasiados proyectos, con dos o tres importantes al año es ideal porque en el fondo lo veo como un arte, osea, si un artista no está inspirado, o si lo presionan con los tiempos no puede pintar, a mi me pasa lo mismo, tengo que tener la inspiración y la libertad para crear», cierra Begoña Eben, la diseñadora autodidacta que encanta con combinaciones que recogen lo mejor de sus mundos a través de su oficina BEA Design.



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