La oficina liderada por el arquitecto Felipe Silva cruza diseño, construcción y paisajismo desde una mirada integral, técnica y profundamente coherente. Desde su experiencia en el retail hasta proyectos residenciales y espacios públicos, Montemaría diseña con el terreno en mente, el contexto como aliado y siempre con los pies en la tierra.
Montemaría no es solo una oficina de arquitectura, ni una constructora, ni un estudio de paisajismo. Es la síntesis de todas esas cosas en un mismo cuerpo. Fundada y liderada por Felipe Silva Muñoz, la firma se distingue por una visión profundamente integral: diseñan, ejecutan y habitan cada proyecto desde la técnica, el entorno y el cliente.
Con una trayectoria sólida en el mundo del retail y una sensibilidad por el detalle, Montemaría es hoy un actor relevante en el desarrollo de viviendas, espacios comerciales y proyectos públicos donde el diseño no es un gesto, sino una forma de resolver. Este es su modo de operar.

Una oficina integral que cruza diseño, ejecución y contexto con sentido
Por mucho tiempo, Felipe Silva Muñoz caminó los pasillos de centros comerciales, gestionó aperturas de tiendas para gigantes del retail, revisó planos, normativas, resolvió lo urgente y lo estructural. “Trabajé más de 12 años en empresas como Cencosud, Falabella, Mall Vivo… donde aprendí no solo del tema municipal, sino también de la gestión de proyectos de gran envergadura”, recuerda. Fue desde ese oficio —preciso, técnico, pragmático— que germinó la idea de crear una oficina que no solo diseñara, sino que también ejecutara. Así nació Montemaría, una firma de arquitectura, construcción y paisajismo que hoy lidera con una mirada integral y profundamente arraigada al contexto.
“Diseñamos con los pies en la tierra”, dice Felipe. La frase se repite varias veces durante la conversación, casi como un mantra. No es solo una declaración de principios, es una metodología.

Un nombre familiar
Montemaría no es un nombre cualquiera. “Mi señora se llama María Pía y mis tres hijos también tienen María en sus nombres: María Gracia, José María y María Piedad. Yo soy el único que no es María”, ríe Felipe.
Más que una anécdota, el nombre revela una arquitectura con raíz personal, íntima, donde la historia de vida se entrelaza con la manera de trabajar: comprometida, cercana, familiar.
Montemaría es una oficina difícil de encasillar. En su sitio web aparece como estudio de arquitectura y constructora, pero también como paisajismo, arquitectura exterior e interiorismo. La definición justa es la que propone el propio Silva: “somos una oficina integral”.
La clave está en cómo abordan cada proyecto. “Nos hacemos cargo de todo: desde el diseño, la gestión normativa, hasta la entrega y habilitación. No somos solo arquitectos, somos también constructores e inspectores técnicos”, explica. Esto les permite trabajar de forma transversal en áreas tan diversas como el retail, la vivienda particular, espacios públicos o clínicas estéticas.
“El diseño por sí solo no basta si no se ejecuta bien. Hay muchas oficinas que diseñan cosas que después no se pueden construir. Nosotros partimos por entender el presupuesto y las expectativas del cliente y desde ahí diseñamos. No al revés.”

De las vitrinas al habitar
Uno de los pilares que distingue el trabajo de Montemaría es la experiencia acumulada en retail, un rubro que exige velocidad, eficiencia, sentido comercial y versatilidad estilística. Esa escuela marcó profundamente a Felipe y al enfoque de su oficina.
“El retail es tan diverso que te obliga a pensar en distintos públicos, estilos, experiencias. Diseñar una cafetería para jóvenes no es lo mismo que una tienda dirigida a personas mayores. Eso nos ha dado herramientas para abordar también la arquitectura residencial de una manera más diversa.”
Esa plasticidad se nota en sus proyectos de vivienda. “Hemos hecho casas mediterráneas, clásicas, de estilo granero… Cada una responde no a una línea editorial cerrada, sino a lo que el cliente necesita. Nuestra arquitectura no tiene un estilo propio, tiene un sello de coherencia: que cada parte del proyecto comulgue con la otra.”
comprensión del entorno
La experiencia en retail también afinó una sensibilidad clave: la lectura del entorno. Para Felipe, no se trata solo de plantar una casa sobre un terreno, sino de establecer un diálogo entre la geografía y el habitar. “Romantizamos el contexto en la experiencia de vivir una casa”, dice.
Cita una casa en Linderos, orientada hacia la cordillera, o una vivienda en Pucón con vistas al volcán. “Las mejores orientaciones, las aperturas hacia el paisaje, no son decisiones estéticas: son parte de cómo se vive una casa. No es replicar modelos, es diseñar con y desde el lugar.”
Paisajismo como arquitectura
En Montemaría, el paisajismo no es un capítulo aparte ni un complemento decorativo. Es parte estructural del proyecto arquitectónico, desde su concepción hasta su entrega. «Hoy día desarrollamos desde macizos hasta grandes zonas verdes donde le damos a cada espacio un sentido», explica Felipe Silva. Y cuando dice sentido, no es una metáfora: se refiere al recorrido del agua, al tipo de especies, al trazado de senderos, a la relación entre la vegetación y las vistas.
La oficina cuenta con un área especializada en paisajismo liderada por dos paisajistas que trabajan codo a codo con arquitectos, ingenieros y constructores. «No es que los llamemos al final para plantar. Ellos están desde el inicio, incluso en decisiones estructurales. Nos ayudan a pensar el proyecto desde afuera hacia adentro.»
El proyecto del Parque Plaza Vespucio, por ejemplo, implicó no solo el paisajismo tradicional, sino una arquitectura exterior compleja: “Nos encargamos de pavimentación, mobiliario urbano, fuentes de agua, instalación de alcorques, diseño de luminarias… y también de la plantación de más de 10.000 especies”. No se trata solo de embellecer, sino de orquestar una experiencia.
Cada elección vegetal se hace en función del clima, la orientación, la durabilidad y el uso. Las especies se agrupan por requerimientos hídricos, por escala y por ritmo estacional. “Un buen paisajismo también es técnico. No puedes poner una planta de bajo consumo hídrico junto a otra que necesite riego constante. Y si pones una jacarandá, tienes que prever su copa y su sombra en cinco o diez años”.



Además del diseño, Montemaría se encarga del proyecto de riego automático, el modelado del terreno, la selección de sustratos, el control de escorrentías y la gestión de drenajes. «Para que un espacio funcione, tienes que controlarlo todo. El paisajismo es parte de la obra civil, y lo asumimos así.”
Construir también es diseñar
En Montemaría, diseño y construcción no son etapas separadas. Son un mismo cuerpo. “Cuando diseñamos, ya estamos pensando en cómo se va a construir. Y cuando construimos, cuidamos que se respete la arquitectura.”
El proceso parte siempre con una conversación realista. Antes de dibujar, preguntamos: ¿qué necesitas?, ¿con cuánto cuentas?, ¿cómo vas a habitar este espacio? No te vamos a diseñar un mall si tienes para pagar un restaurante”, dice entre risas, aunque el fondo es muy serio ya que ese cruce entre lo técnico y lo humano define la escala, los materiales, el tipo de estructura.
Ese uno de los aspectos más sólidos del modelo Montemaría: la manera en que estructura sus procesos. Aquí, el diseño no se abandona al pasar a obra. Cada proyecto, ya sea una casa en Chicureo o una farmacia en una estación de servicio, se desarrolla en etapas muy claras y con equipos interdisciplinarios.
Luego viene el desarrollo de planos arquitectónicos, en coordinación inmediata con las especialidades: estructura, electricidad, sanitaria, clima, protección contra incendios, corrientes débiles, etc.

“Una buena arquitectura no sirve si no está bien coordinada. El papel aguanta todo, pero el terreno no”, dice el profesional.
Una vez en obra, el despliegue es sistemático. Cada proyecto cuenta al menos con un inspector técnico (ITO), un jefe de terreno, un supervisor de obra y un arquitecto de seguimiento que visita regularmente el sitio.
A eso se suma una fase de superposición de especialidades: revisión cruzada de planos eléctricos, sanitarios y de climatización para evitar interferencias. “No puede pasar un ducto de aire por donde irá una viga. No puede haber un enchufe donde pasará una red sanitaria. Si no lo ves antes, lo pagas después”.
Incluso los detalles más simples se piensan con rigor. “Si el cliente quiere enchufes en una isla de cocina, no vamos a pasar cables por fuera: hacemos canalizaciones bajo losa. Si se instala una chimenea, se planifica la aislación al fuego desde el diseño. No improvisamos.”
Este nivel de coordinación permite que el resultado final sea exactamente lo que se pensó: “Lo bonito, lo eficiente, lo habitable… todo al mismo tiempo”.
Interiorismo y detalle
Montemaría no se detiene en la obra gruesa. En proyectos residenciales, abordan también el interiorismo completo: cocina, baños, mobiliario, iluminación. “Queremos que todo tenga coherencia. Que cuando entres a una casa, lo que ves desde afuera converse con el interior. Que la cocina, el baño, el estar, sean parte de una misma narrativa.”
Cada decisión, incluso las más técnicas, se toma con esa lógica de integralidad. “Si el cliente quiere un enchufe en una isla de cocina, lo canalizamos bajo losa. No pasamos un cable pegado que arruine el diseño. Hasta el refuerzo donde irá una televisión o una chimenea está pensado desde el inicio.”




La arquitectura como solución
Más que un estilo, Felipe defiende una postura: la arquitectura como solución, como respuesta a una necesidad concreta. “No hay un solo estilo correcto. Todos pueden verse bien si están bien pensados, si tienen proporción, coherencia y calidad. Lo importante es que respondan a quién va a habitar ese espacio.”

Esa honestidad atraviesa todo el discurso de Montemaría. No prometen más de lo que pueden hacer, pero hacen mucho más de lo que parece.
La visión a futuro es clara: consolidar la oficina como una empresa integral que pueda abordar desde viviendas hasta obras viales. “Ya estamos construyendo parques, ¿por qué no construir también las vías?”, se pregunta Felipe. Y uno siente que la pregunta ya es una decisión.
Montemaría no es solo una firma. Es un oficio, una manera de mirar y hacer arquitectura desde la práctica, el detalle y la coherencia. Una oficina con los pies en la tierra y la vista puesta en el contexto.

0 comentarios