Andrea Pérez, arquitecta y fundadora de Yka Studio, se destaca en la escena nacional del interiorismo con un enfoque distintivo que fusiona colorimetría, arte y biofilia, todo ello bajo un prisma de sostenibilidad y conexión con la naturaleza.

Su trayectoria, marcada por una formación académica en la Universidad Católica de Chile y un máster en diseño interior en el Instituto Marangoni de Milán, ha sido influenciada por su pasión por la estética y su experiencia en Italia, donde descubrió la sinergia entre arte y arquitectura.
Desde sus inicios, Pérez ha recorrido un camino no convencional. Aunque inicialmente se inclinó hacia la música en su etapa escolar, fue la pintura la que la llevó a explorar el diseño.
A pesar de las dudas iniciales sobre su elección de carrera, su intercambio académico en Turín transformó su percepción de la arquitectura, inspirándola a combinar su amor por el arte con el diseño de interiores.
Yka Studio, fundado en Milán y ahora establecido en Chile, se caracteriza por su equipo interdisciplinario que incluye arquitectos, diseñadores y artistas. Este enfoque colaborativo permite a Pérez explorar la biofilia, un concepto que promueve la conexión humana con la naturaleza, vital en un mundo urbano sobrepoblado.
“Diseñar espacios que mejoren la calidad de vida y generen experiencias positivas es nuestro objetivo”, afirma.Con un estilo que mezcla lo biofílico y lúdico, Yka Studio utiliza color y texturas para crear ambientes que evocan sensaciones naturales.

Andrea sostiene que los colores impactan emocionalmente a las personas, guiándolas hacia experiencias de bienestar. Además, incorpora patrones biofílicos en sus diseños, como el uso de materiales orgánicos y la integración de elementos naturales, promoviendo así un estilo de vida más equilibrado.
La arquitecta también se muestra optimista sobre el potencial del diseño chileno. A pesar de los desafíos, como la falta de valoración del arte y la sostenibilidad, ha encontrado un creciente interés entre los clientes por propuestas innovadoras.
Con ambiciones de expandir su estudio hacia el diseño comercial y hotelero, esta arquitecta busca generar experiencias únicas que resalten la creatividad y el impacto positivo en el entorno.
Finalmente, su pasión por aprender y su curiosidad la impulsan a viajar y a nutrir a su equipo con recursos que estimulen la creatividad.
“La curiosidad es la clave. No se necesita un avión para viajar; hay muchas formas de expandir la mente”, concluye.
Así, Andrea Pérez se posiciona como una figura clave en el diseño contemporáneo, fusionando arte, arquitectura y naturaleza en una propuesta que busca transformar la calidad de vida a través del espacio como se demuestra en el proyecto Santa Augusta, parte de RS10 2024
Proyecto Santa Augusta
FICHA TÉCNICA
Proyecto Santa Augusta (2024)
Interiorismo: @ _ykastudio
Equipo a Cargo: Yka Studio con proveedores como MK y Sur Diseño
Ubicación: Quintay, Valparaíso, Chile.
Área: 150 M2
Fotografías: Ignacio Prado
El enfoque principal del proyecto fue explorar al máximo el diseño biofílico como una herramienta para mejorar la calidad de vida de los habitantes. El estudio buscó crear un espacio familiar adaptable que conectara profundamente con la naturaleza, integrando patrones biofílicos para estimular cambios positivos a nivel psicológico, cognitivo y físico.
El encargo se centró en diseñar un hogar que no solamente proporcionara funcionalidad y comodidad, sino que también celebrara el arte y el color como elementos fundamentales para enriquecer el entorno y promover bienestar.
La ubicación del proyecto, cerca del mar pero con montañas, fue clave para potenciar el diseño biofílico. Esto le permitió a los diseñadores incorporar elementos como la conexión visual directa con la naturaleza, la conexión sensorial con el sonido del mar, la variabilidad de los flujos de aire y la presencia de agua, creando un espacio profundamente armónico y revitalizante.
Fundamentalmente son cuatro los elementos destacados del proyecto
1- Conexión visual y sensorial con la naturaleza: Grandes ventanales y terrazas que enmarcan vistas al mar y permiten la entrada de luz natural, además de materiales que evocan la frescura y serenidad del entorno.
«Trabajamos con el contraste de la madera y mármol en algunos lugares para representar la rigidez de la montaña y el movimiento del mar», explica Andrea.
2- Arte como narrador del espacio: Se crearon y diseñaron piezas artísticas personalizadas que combinan formas biomórficas y paletas inspiradas en la naturaleza, generando un ambiente único y emocionalmente estimulante. Además de incorporar cuadros, se pintó un mural abstracto en la terraza que representa un atardecer en Quintay.
3- Uso de agua como elemento activo: Por tener el mar tan cerca se genera de manera natural una experiencia multisensorial al integrar el sonido y el movimiento del agua, aportando calma y dinamismo al espacio.
4- Adaptabilidad: Espacios modulares diseñados para responder a las necesidades cambiantes de una familia, combinando funcionalidad y flexibilidad sin perder la conexión con la naturaleza.




En cuanto a materialidades se optó por aquellos que reflejan y respetan la naturaleza como fibras orgánicas para los textiles, vidrio para maximizar las vistas y la iluminación natural y materiales que perduran en el tiempo como madera y mármol.
«Cada material fue seleccionado no solo por su estética, sino también por su impacto emocional y su capacidad de reforzar los patrones biofílicos. Quizás el más llamativo es la cerámica que utilizamos en la terraza de color naranja en dos formatos para poder generar un ambiente lúdico y moderno», comenta la diseñadora.
La paleta de colores, por otra parte, se inspiró en el entorno natural del proyecto, azules suaves y profundos, para reflejar el mar y promover calma y serenidad; verdes terrosos, para evocar vegetación y aportar equilibrio; tonos cálidos, como ocres y arena, para conectar con la playa y añadir calidez al espacio; y toques de colores vibrantes, a través del arte, como rojos y amarillos, que aportan energía y vitalidad. Todo esto crea un contraste armónico con los tonos neutros.
«El uso del color fue estratégico, equilibrando calma y dinamismo para crear un espacio que invita a la relajación y a la creatividad», asegura la directora de Yka Studio.
Diseñar un espacio que cumpliera con los principios biofílicos, pero que también respondiera a las necesidades cambiantes de una familia fue uno de los máximos desafíos a nivel de diseño. Esto requirió soluciones personalizadas y flexibles, como mobiliario modular y zonas multifuncionales, que permitieron generar biofilia con adaptabilidad una integración entre biofilia y adaptabilidad






Por otra parte, armonizar arte, color y naturaleza, también fue una prueba para el equipo de Yka Studio.
«Lograr un equilibrio entre el protagonismo del arte, el uso del color y la integración con el entorno natural fue un reto creativo que requirió atención minuciosa a cada detalle. También lo fue optimizar el uso de recursos sostenibles, incorporar materiales reciclados y procesos responsables sin comprometer la estética y funcionalidad del diseño», reflexiona la arquitecta.
Este proyecto representa la visión de Yka Studio: combinar creatividad y diseño biofílico, para mejorar la calidad de vida de las personas.
«Más allá de ser un hogar, el espacio se transformó en una experiencia sensorial y emocional que conecta a sus habitantes con la naturaleza y consigo mismos. Además, fue un ejemplo de cómo el diseño puede influir positivamente en el bienestar humano, no solo a nivel físico, sino también psicológico y cognitivo, utilizando principios que pueden aplicarse a otros proyectos residenciales, comerciales o incluso hoteleros», concluye Andrea.



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