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Bito Feris: el niño que dibujaba casas mágicas

Feb 29, 2024 | Destacados, Entrevistas | 0 Comentarios

Siempre me gustó la decoración y en realidad dibujar, cuando chico lo único que hacía era dibujar todo el día. Dibujaba casas, las casas de los ratones dentro de los árboles, las casas de los pájaros, cuevas donde vivían los topos, y hacía todas las partes de las casas, dónde dormían, la cocina, baños, estaba todo el día dibujando, dibujaba mundo extraños, pero puras casas, dibujaba casas gigantes también, inventaba familias, tenía una obsesión por los Playmobil, especialmente las casas y castillos de los Playmobil e iba armando historias familiares dentro

Claro que sí y eso me entretiene mucho, el meterme un poco en la vida de las personas a las que le hago la casa, el saber cómo viven, cuántos son, qué personajes son ósea, si son abogados, doctores, directores de cine, no sé, lo que sea y eso me divierte mucho, es como jugar un poco a los playmobil con estos clientes y eso es genial también porque finalmente se genera también una cercanía súper importante con ellos y eso no sólo hace que fluya el trabajo, sino que también permite o genera que te recomienden con sus amigos y conocidos. Para mi es súper importante crear un concepto y escenario de vida a una persona que realmente lo necesita y no hacer un copy paste de diseño, sino que él me entregue los elementos, cada uno tiene su propia historia y gusto, cada uno tiene cosas que le gustan o no, un color favorito y uno que no soporta y así y eso ha sido siempre importante para mí, desde chico, como que finalmente todo se conecta.

No, para nada. Primero quería estudiar historia, que me encantaba, pero no me dejaron, así que opté por derecho. Estuve un año y medio en esa carrera, que no me agradó y después me cambié a arquitectura, porque como en el fondo lo que más me gustaba era dibujar y sentí que por ahí podía estar la respuesta y efectivamente fue así, todo bien, hasta el tercer año que empiezas a ver materias que tienen que ver con estructuras, urbanismo, en fin, como que dejas de hacer casas y me alejaba de lo que quería yo que era el interiorismo.

Lo de las casitas y mundos extraños fue hasta los 10 o 12 años y después me obsesioné con la decoración. Coleccionaba revista, mi mamá vivía entre Estados Unidos, España y Chile, entonces yo le encargaba todas las revistas que habían. Eso era lo que en realidad quería hacer, entonces en los dos últimos años de arquitectura me cambié a diseño interior. En el fondo siempre me gustó lo de la decoración; mi mamá era bien obsesiva con lo estético, entonces, era bien maniática con las casas, todos los años me cambiaba la pieza, desde que salí de la clínica ella ya tenía ultra decorada mi pieza, más adelante tenía cortinas de coca-cola, después tenía todo de cielo, más adelante todo jaspeado, no sé, mil estilos, aunque siempre muy clásico, lo mismo con la ropa. Tenía esa fijación con la estética que siento que heredé de una u otra manera y ella fue la que siempre me apañó con el tema. Me acompañaba a las ferias de anticuarios, a buscar cosas en mercados, me traía las revistas. De hecho, la primera casa que hice, tuvo que ver con ella, que se separó de mi papá cuando yo tenía 24 o 25 años, y nos cambiamos a un departamento y me dijo que yo lo decorara, y me quedó muy bonito.

No, pero ya estaba saliendo de la universidad, estaba un poco atrasado por el año y medio que hice de derecho, pero poco después me llamó una amiga de mi mamá para hacerle su casa, que era gigante y así partí. En el mismo tiempo también hice mi práctica con Francisco Camiroaga, aprendí harto con él y al terminar esa práctica y salir de la U me fui a vivir a Argentina y a estudiar comercio exterior en diseño. Eso me abrió otro mundo.

Esta carrera veía el diseño de forma integral, en el fondo había diseño gráfico, interior, diseño de moda y ahí me metí harto en el diseño de ropa masculina. Después compré la franquicia de una marca pero justo un cambio político en Argentina que lo hizo imposible, sin embargo, justo en Cencosud necesitaban alguien que hiciera cargo de la línea de hombre de Foster, postulé y quedé. Estuve un poco más de un año ahí viajando, armando colecciones, en ese tiempo donde esa marca tenía rostros importantes y era súper top. Eso me hizo interesarme en mezcla el diseño, con el arte, la decoración y la moda y me fui a trabajar de moda a la revista Onebook, después armé mi propia revista, que se llamaba Cruda Magazine, que quedó muy linda, pero apenas duró 8 meses y quedé súper quebrado con esa revista, me había gastado toda la plata, todo lo que había ahorrado.

Justo después de eso, una amiga, muy amiga, me llamó porque le había mandado fotos de mi casa a su hermana y ella se las mandó a su mejor amiga que se había separado recién y había comprado un penthouse en Vitacura y necesitaba un decorador y quería que su casa quedara igual que la mía. En principio dije que no, pero justo estaba con mi madre en ese momento y como yo estaba sin trabajo, prácticamente me obligó a hacerlo. En fin, hice este departamento y quedó realmente lindo, así que subí las fotos al Instagram y como conocía gente de las revistas me llamaron y me publicaron. Después esta cliente hizo la inauguración de la casa y había personajes muy connotados y esa misma noche cerré cuatro proyectos gigantes. Fue increíble. Y de eso ya han pasado casi 12 años. En ese momento como que renegaba del diseño de interiores, estaba dedicado a la moda, al arte, pero era una oportunidad que en realidad no podía dejar pasar y abrí oficina. Llamé a la jefa de carrera de Diseño Interior de la Universidad del Pacífico, donde estudié y le pedí dos estudiantes en práctica, las dos mejores que tuviera y empezamos a hacer los proyectos, las revistas nos sacaron las fotos, nos hicieron reportajes y no paré más, aunque hay veces que me sigo cuestionando el hacer esto.

Te repito siempre dudaba, en ese momento no era lo que quería hacer en realidad, pero se me daba fácil, fuimos creciendo de forma orgánica, en un momento tenía a 6 diseñadores, un arquitecto y un ingeniero comercial trabajando conmigo, también fuimos socios de oficina con María Ignacia Matte, de Matte Iluminación, después abrí la tienda en Vitacura, una de las tiendas más lindas de decoración de Santiago. Estaba como en la cima y llegó la pandemia.

Claro, cerramos la tienda, después la oficina, fue heavy. Después me fui a a hacer mi curso y buscar conexiones para proyectos allá, y al final regresé a Chile. Siento que todo da vuelta y ahora estamos full otra vez.

Han sido hartas vueltas y hartas tareas distintas en las que te has desarrollado ¿por qué crees que se ha dado así y que has podido usar el diseño como plataforma para aportar en diversos campos?

Tengo hartos amigos en muchas partes y creo que lo que más me ha abierto puertas es el ser ‘talentoso’ pero no creerme el cuento, no ser sobrado, poder compartir mis ideas, lo que puedo saber, entregar sin buscar nada a cambio, creo que eso hace que las personas te agarren cariño y eso da oportunidades.

Ahora estoy de nuevo en lo mismo, full pega decorando casas, haciendo clases en la Universidad Andrés Bello, hago tours nocturnos en Santiago, hice uno en Madrid y se viene uno en Buenos Aires. Finalmente, las casualidades me han impulsado a esta área, que es algo que en verdad me sale muy fácil, porque he dibujado casas toda mi vida, hacía planos sin querer desde que tenía no sé, 5 años, hacía a los Picapiedra en su casa, a los Supersónicos en su casa, a los Pitufos en su casa, me encantaban todas esas casas que eran distintas, creo que finalmente todo se conecta un poco con esos primeros pasitos y creo que en este minuto puedo aceptar que es algo que voy a hacer toda la vida.

No sé si tengo un sello, no entiendo mucho ese concepto, pero si soy ecléctico, es decir mezclo diferentes estilos, también busco ser atemporal, mis proyectos de hace 8 años siguen causando buenas impresiones y parecen actuales, pero yo no tengo un estilo marcado, para nada, en el fondo mis primeros clientes eran coleccionistas de arte, antigüedades y me tenía que acomodar a ellos, yo soy más conceptual, yo saco el concepto de lo que necesita mi cliente, no es que yo diga que trabajo solamente con esta línea y solamente con esta galería y hago solamente… no, jamás, porque para mi, ser diseñador, significa que todos los días tengo que hacer una propuesta nueva y desde cero y tiene que ser única y trato de no repetir nada entre un proyecto y otro, pero igual me dicen que se nota la mano, no sé… pero finalmente para mi lo más importante es el concepto, soy conceptual.

Este no es un trabajo glamouroso, tienes finalmente un jefe que es tu cliente, tienes que estar siempre metido en obra, empolvarte, estar a cargo de gente que tiene que respetar tu diseño inicial, estar muy activo, consumiendo diseño, diseño, diseño, todos los días, ojalá no el diseño que hace mi competencia, sino que en Europa, en Estados Unidos, en Tokyo, saber de las ferias que se hacen en todo el mundo, hay que estar muy metido, estar adelantado a lo que se viene. Tienen que entender que esto es una tarea diaria y permitirse soñar con cada uno de sus proyectos

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