Vincent Pearson, arquitecto e interiorista, es director de la AdDI y uno de los diseñadores de interiores más destacados de la nueva generación en nuestro país.
Ha recibido importantes reconocimientos a nivel nacional e internacional, incluida su participación en la reciente edición de AD100, donde comparte méritos con otros reconocidos chilenos como Germán del Sol, Mathias Klotz, Gonzalo Mardones, Guilia Carboni, Sebastián Irarrazabal y el galardonado con el premio Pritzker, Alejandro Aravena.
Con un carisma especial y un don para la palabra, Pearson sostiene una profunda conversación con Rúa Salón en la que intentamos desentrañar su personalidad, proyectos y estilo.
Comenzamos abordando un dato intrigante…
Hemos escuchado que eres argentino, aunque no se percibe en tu acento, ¿es cierto?
Sí, es cierto. Nací hace 34 años en Argentina. Mi familia proviene de ascendencia inglesa que emigró de Argentina durante uno de los conflictos bélicos. Yo nací allí y nos trasladamos a Chile hace 30 años debido a una oferta laboral para mi padre. Él luego estableció su propio estudio aquí. He pasado la mayoría de mi vida en Chile, y aunque amo este país, estoy orgulloso de ser argentino. De hecho, no tengo ni siquiera la nacionalidad chilena.
Háblanos un poco más sobre tu infancia y cómo influyó tu familia en tu afinidad por la estética, el arte y la arquitectura.
Vengo de una familia que tiene diversos referentes estéticos. Mi padre, a quien admiro, a pesar de tener gustos muy diferentes, fue una influencia fundamental. Siento que la arquitectura es parte de mi ADN desde siempre. Desde que tengo memoria, deseé ser arquitecto. Construía con bloques Lego, imaginaba espacios, etc. Parece que nací con una curiosidad y fascinación innata por el diseño de espacios. Nunca quise ser bombero, astronauta, abogado ni nada por el estilo.
¿Cómo fue tu trayectoria en la universidad y cómo te decidiste finalmente por el intrigante mundo del interiorismo?
Estudié Arquitectura en la Universidad del Desarrollo, una base sólida para mi carrera. No tengo críticas hacia la universidad, la Facultad de Arquitectura funciona excepcionalmente bien. Aunque difiere en valores morales del resto de la institución, que es más conservadora, parece ser una entidad aparte.
Mi recorrido en la carrera fue inusual, ya que al principio me interesé mucho en el urbanismo, lo cual contrasta con el interiorismo, dado que operan en escalas de intervención opuestas. Mi atracción por el interiorismo surgió de manera orgánica. Después de mi período de prácticas, decidí establecer mi propio estudio y empecé con proyectos pequeños, principalmente a través de contactos. Poco a poco fui creciendo y construyendo una reputación en el mercado, enfocándome en brindar un servicio sumamente profesional y abordar cada proyecto de manera única.
¿Cómo llegaste finalmente al interiorismo?
La arquitectura me brindó una base técnica integral, que considero única en comparación con otras disciplinas del campo. Engloba todas las áreas relacionadas, incluyendo el interiorismo. Nunca me especialicé, sino que desarrollé mi carrera utilizando los conocimientos adquiridos y la visión estética que siempre poseí.
Valoras profundamente tu formación profesional…
Definitivamente. Como mencioné, mi formación me proporcionó una base técnica sobre cómo enfrentar proyectos. No obstante, la mayoría de los conceptos que empleo y desarrollo en mis proyectos los aprendí a través de diversas experiencias. Esto ha llevado a que desarrolle mi propio enfoque para cada proyecto, aplicando estrategias muy específicas según las características de cada espacio.
¿Cuándo sientes que Vincent Pearson realmente dejó su marca en el mundo del interiorismo?
He experimentado varios momentos cumbre en mi carrera de los cuales me siento orgulloso. La primera vez que aparecí en la revista VD, seguida de múltiples reconocimientos en medios nacionales, son algunos de ellos. Sin embargo, sin duda, ser seleccionado por Architectural Digest para su lista AD100 fue un logro personal importante en mi trayectoria. Combinado con las felicitaciones de colegas talentosos a los que admiro, me han colmado de satisfacción en diversas ocasiones. No obstante, considero que aún soy relativamente joven para sentirme plenamente establecido en el rubro; aún tengo un largo camino por recorrer.
¿Cómo recibiste el reconocimiento de ser uno de los 100 interioristas más destacados de Latinoamérica?
Fue algo increíble, y la historia detrás también es curiosa. Recibí un correo que decía: “Hola Vincent, queremos incluirte en la versión latam de AD100. Por favor, envía algunas fotos para la revista”. Quedé impactado. Durante unos meses pensé que era una broma. Finalmente, en mayo de este año, durante un viaje a Buenos Aires (la revista ni siquiera llega a Chile), pude ver la publicación por mí mismo. Fue un momento de gran felicidad.
¿Qué crees que te llevó a este punto? ¿Cuál es tu estilo y tu sello distintivo?
A lo largo del tiempo, he ido desarrollando mi estilo, que se adapta a todo tipo de encargos. Como mencioné anteriormente, he creado una serie de estrategias que son aplicables a diversos proyectos (como el arte, la iluminación y el uso de mobiliario antiguo), de maneras muy diversas. Esto me ha permitido individualizar cada encargo y conferirle un carácter único.
Mis proyectos son únicos, en parte porque diseño y fabrico la mayoría de los elementos en ellos. Evito caer en tendencias pasajeras o en enfoques comerciales. Creo que he descubierto elementos que permiten que un proyecto perdure en el tiempo, sin parecer obsoleto tras unos pocos años.
Además, trato de involucrarme en múltiples aspectos de un proyecto, en general ajenos a la solicitud original. Por ejemplo, estoy finalizando la etapa de diseño arquitectónico e interiorismo para un restaurante en Nueva Costanera, Santiago, donde también participo en la propuesta gastronómica y hasta en la selección musical. Creo que nuestro trabajo busca que la experiencia de los clientes sea lo más completa posible, involucrando todos los sentidos idealmente.
¿Te consideras uno de los interioristas nacionales con mayor proyección?
Creo que esa es una pregunta que deberían responder otros. Sin embargo, puedo decir que me ha ido muy bien y que siento que estoy en camino hacia una consolidación en mi carrera. Aunque soy relativamente joven, con 34 años, la consagración se logra a través de la trayectoria y la experiencia. Espero estar tomando los pasos adecuados en esa dirección, y todo lo que ha sucedido hasta ahora indica que estoy en el camino correcto: AD100, ser parte de la directiva de la AdDI, recibir elogios de colegas destacados y los tipos de clientes con los que trabajo. Ojalá sea así (risas).
¿Cómo asumes tu rol como director en la AdDI y qué te gustaría lograr?
Es un honor y una responsabilidad al mismo tiempo. También considero que es una manera de retribuir lo que la asociación hace por sus miembros y, además, beneficia a mi carrera. Mi objetivo principal es profesionalizar y acercar a los decoradores al mundo del arte y la cultura. Creo que, como decoradores, tenemos la responsabilidad de promover el arte nacional en nuestros proyectos, lo cual contribuye de manera significativa al desarrollo de nuestra cultura.
¿Cómo te imaginas dentro de 10 años?
Quizás con un estudio ligeramente más grande, pero no me interesa industrializar mi proceso creativo. Más bien, apunto a trabajar en proyectos de mayor envergadura. Tengo un gran interés en el mundo de la hospitalidad y me veo desarrollando proyectos con una mayor complejidad y profundidad en las propuestas.
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