Esta abogada, funcionaria de la Defensoría Penal Pública, ha logrado hacerse un nombre en el campo del arte con obras abstractas que han pasado por diversas etapas. Hoy son las formas orgánicas y los tonos de la naturaleza los que dominan su arte, el mismo que la ha llevado a exponer y triunfar en diversos puntos del planeta.
Claudia Vergara lleva casi 20 años trabajando en la Defensoría Penal Pública. Su vocación de abogada nació desde muy joven y prácticamente nunca dudó que su camino sería defendiendo causas, alegando, como se diría en el lenguaje del derecho penal.

Sin embargo, en ese camino, aunque lleno de satisfacciones, le comenzaron a nacer otras inquietudes, otras necesidades, que parecían estar dormidas o bien guardadas con cuidado en una gaveta, como tal vez, algunos casos.
Esa inquietud tenía que ver con su segunda pasión, el arte, la necesidad y la búsqueda de alguna manera de retratar o reflejar la realidad a través de su creatividad.
Así, también hace casi dos décadas desempolvó los pinceles y comenzó su carrera en el mundo de las artes plásticas, carrera que la ha llevado a exponer en importantes galerías y ferias tanto en Chile como en el extranjero.
De sus recuerdos, inspiraciones y de cómo lograr conjugar lo mejor de estos dos mundos que parecen tan diferentes, como el derecho y el arte conversa Claudia con Revista Rúa Salón.
Derecho Al Arte
Claudia creció en una familia tradicional, rodeada de ingenieros. El interés por el arte en su casa no era mucho, sin embargo, en ella despertaba curiosidad.
“Siempre he sentido esa atracción por el arte en general, en distintas expresiones, cuando chica estuve estudiando guitarra clásica, ya más adolescente me fui por el lado de la fotografía, que es algo que aún me fascina, después pasé a la pintura y así, pese a que en mi familia nadie es artista. Yo fui la única que se desarrolló en el área, ni siquiera mis abuelos o tíos”, dice Claudia.
A pesar de esta tendencia hacia lo artístico ella siempre se visualizó en otro mundo, en ese mundo de códigos, leyes y alegatos que hasta hoy la hacen vibrar.

“Siempre tuve claro que mi área era humanista. Como varios, tuve algún periodo de duda entre literatura, periodismo o derecho, y, por otra parte, el tema de las artes no lo consideré nunca como carrera, en parte porque vengo de una familia muy tradicional y sentía que no había mucha estabilidad en el campo laboral, pero el derecho siempre me gustó, yo siempre me ví dedicada a la defensa, así que la decisión no fue tan compleja”, recuerda.
Durante sus años ejerciendo como abogada, en el área de estudios y defensa especializada especialmente en el área penitenciaria, llegó el llamado del arte y comenzó un periplo que no tiene fin.
“En algún momento sentí que necesitaba este escape. Hice un diplomado en fotografía, después fui tomando otros cursos, de pintura, después hice un diplomado en arte y continué. Pero fue más de adulta, ya llevo pintando como 20 años, antes de eso era sólo exploración”, comenta, antes de profundizar en cómo ha sido vivir en estos dos mundos aparentemente tan distantes.

“No ha sido una transición del derecho al arte; no es fácil, ha habido períodos de mucho cuestionamiento, si hacer lo uno o lo otro, pero entendí que yo soy las dos cosas, que no soy ni lo uno ni lo otro, que soy ambas y tengo que aprender a vivir con eso y así lo hago. Soy abogado y soy artista”, afirma con serenidad.
Otro de los aprendizajes que le ha dejado este camino de derecho al arte o si prefieren del arte al derecho, es dividir.
“En este período de creación no utilizo lo que pasa en mi trabajo como abogada para realizar mis obras, al inicio sí me basaba harto en mis experiencias, sobre todo en el área penitenciaria, pero en un momento sentí que necesitaba expresar otro tipo de cosas, porque me generaba conflicto en el sentido de que mis obras estaban muy cargadas, se notaba en los colores, todo terminaba en gris y era muy agotador porque no me salía del rol, era como seguir de largo en el trabajo, entonces de alguna forma no me estaba haciendo muy bien”, confiesa.
Hoy sus obras son el reflejo de su etapa, una más pausada y asumida. Así, comenzó a inspirarse en los movimientos, en las formas orgánicas, en los matices de la naturaleza, en lo que “colabora” también su mascota, protagonista de su Instagram, el gato Beltrán.



“Mi estilo es abstracto, muy intuitivo, pero también tiene harta observación, hay una especie de libertad controlada, porque si bien es abstracto e intuitivo hay mucho de mirar, hay muchos tiempos de espera, en este minuto estoy trabajando en acrílicos y tintas y trabajo mucho sobre capas, que van dando transparencia y eso requiere tiempo y paciencia, esperar lo que se va dando, a veces lo que pasa no es lo que esperaba o lo que imaginé, entonces tengo que darle una vuelta y eso es harta meditación, entonces hay que controlar esa libertad. Además, uno como artista, no se queda con lo que está haciendo solamente, siempre hay una inquietud de conocer otras técnicas, de aprender más, de experimentar, de probar y echar a perder”, dice Claudia, quien utiliza el acrónimo Vecla art (Por Vergara Claudia) para dar a conocer sus trabajos artísticos.

Por otra parte, su observación se extiende a otros artistas y referentes que la inspiran o la ayudan a entender ciertas materias.
“Soy consumidora de arte, siempre estoy mirando todo tipo de artistas, también compro libros de arte, me gusta conocer en detalle no sólo lo que a mí me puede inspirar, sino que también por qué otros se inspiran en lo que hacen. Así que nombrar un referente es complejo, porque son muchos, pero si tuviera por obligación nombrar a un artista que admiro sería, Gerhard Richter, él ha hecho de todo en pintura, es muy variado y me encanta”.
Vecla Al Mundo
LLa carrera de Claudia en el arte ha estado marcada por sus experiencias en galerías y exposiciones en el exterior, pasando por París, Nueva York y Miami, por ejemplo. En lo más reciente, en octubre de 2023 estuvo exponiendo en la FOCUS Art Fair en la galería Saatchi, en Londres, Inglaterra y para este 2024 tiene nuevas exposiciones internacionales en agenda.

“Participaré junto a un grupo de artistas durante la bienal de Venecia en mayo y eso me tiene muy entusiasmada y luego tengo proyectada una exposición individual en Roma. Estoy full en eso, apuntando a salir a otros mercados. Cada una de las experiencias en el extranjero han sido muy enriquecedoras, uno no sólo conoce otros tipos de públicos a los que puede apuntar, sino que también son muy provechosas en lo profesional porque se aprende un montón, vas conociendo colegas, curadores, galeristas, otras técnicas que te llaman la atención, en general han sido experiencias increíbles”, cierra contenta Claudia, un verdadero ejemplo de Derecho al Arte.
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