Desde su casa-taller, Paula Weinstein convierte géneros nobles en piezas únicas que celebran la belleza de lo simple. Caminos de mesa, servilletas y paneras que invitan a detenerse y disfrutar del cotidiano con nuevos ojos.

En una luminosa casa donde conviven telas, hijos y creatividad, Paula Weinstein ha levantado Taller W, un proyecto textil que trasciende la decoración y se instala en el corazón del hogar: la mesa. Lo que comenzó como un experimento íntimo, casi accidental, se transformó con el tiempo en una propuesta coherente, estética y profundamente emocional.

«Soy abogada de profesión», cuenta Paula, con la naturalidad de quien no ha olvidado sus raíces, pero que ha decidido explorar otros caminos. «Ejercí hasta que nació mi última hija —tengo cinco niños— y ahí dejé de trabajar como abogada. Empecé a explorar cosas que por falta de tiempo no había podido, mi lado más creativo». Así llegaron las clases de costura, primero como pasatiempo, y luego como canal de expresión.

Antes de este giro, Paula no sabía coser ni un botón. Pero algo en su interior le decía que había una conexión pendiente con los géneros, los colores y las texturas. «Me metí por curiosidad», dice entre risas. «Y esta cosa me empezó a enganchar totalmente. Si lo miro hacia atrás, digo: pucha, también es muy lo mío».

Ese instinto se tradujo en los primeros encargos, impulsados por el entusiasmo de quienes veían sus creaciones. Así nació Taller W —la «W» por su apellido, Weinstein—, y con él una forma muy personal de entender la artesanía textil. Su propuesta se ancla en la personalización, el trabajo manual y un profundo respeto por lo sencillo.

La pandemia reforzó el deseo de muchas personas por embellecer sus espacios, especialmente el comedor, lugar de encuentro y refugio. Paula detectó esa necesidad y enfocó su trabajo en productos para vestir la mesa: caminos, servilletas, paneras, porta cubiertos y detalles que, sin pretensiones, logran transformar lo cotidiano.

«No es un tema superficial», afirma con convicción. «Tiene un trasfondo súper espiritual. En la mesa, en una familia, en una casa, es muy importante. Cuando uno le pone un poquito más de empeño, de verdad que se ve la diferencia. La gente se siente increíble», explica la creadora.

La mayoría de sus piezas se hace a pedido. Paula conversa con cada clienta, pide las medidas de la mesa, escucha sus preferencias. «No tengo cosas estándar», explica. «Siento que eso es un plus. Me encanta poder dejar contento a alguien en ese sentido, porque sé que no lo va a encontrar en otro lado».

Estética con sentido

La propuesta de Taller W no se trata de lujo ni de acumulación. Es una estética afectiva, accesible, que busca transmitir belleza y bienestar. «Estoy absolutamente convencida de que tu alrededor, tu casa, habla de ti», dice Paula. «Y no es necesario una fortuna. Hay que ir afinando el ojo».

Ese gusto por lo simple, pero bien pensado, se traduce también en los materiales que usa. Su favorito es el linotto, una mezcla de lino con rayón o algodón: «Tiene la apariencia del lino, es aperrado, más barato y no es un cacho. Se mete a la lavadora, ciclo delicado, y listo».

Otra de sus debilidades es la arpillera. «Me encanta la onda rústica que le da, mezclada con algo más elegante». Y, por supuesto, está el clásico toile de Jouy, ese estampado francés con escenas pastorales que Paula define como “inevitablemente romántico”.

Naturaleza, intuición e inspiración

Gran parte de su inspiración viene de la naturaleza. Tras dejar el derecho, Paula también estudió jardinería y paisajismo durante un par de años. Esa sensibilidad por lo orgánico se nota en sus diseños: «Me encanta traer la naturaleza a la mesa, reflejada en una ramita verde, en una botellita reciclada o una hojita estampada. Lo encuentro súper delicado».

Algunas ideas surgen de la observación, otras de la necesidad. Su emblemático porta cubiertos nació en sus primeras clases de costura, y se convirtió en su producto estrella. «Lo empecé a usar tanto que cuando invitaba gente, me lo empezaron a encargar, a encargar, a encargar», recuerda. Hoy lo vende para matrimonios, regalos corporativos y ocasiones especiales.

Los diseños temáticos también ocupan un lugar especial. «Con lo que uno ya tiene se pueden hacer cosas lindas. Para la Pascua de Resurrección, por ejemplo, usé cajas de huevo, servilletas enrolladas en forma de zanahoria, hojitas. La gente cree que necesita comprar todo, pero no. Lo simple también es elegante».

Estampar en casa

Paula estampa sus textiles a mano, en el comedor de su casa. Utiliza stencils, timbres y bloques, aplicados con pintura especial para tela. “Todavía no he llegado a la serigrafía”, confiesa, pero su proceso tiene una intimidad que refleja el corazón del proyecto: trabajo hecho a pulso, con dedicación y cuidado.

En un mundo saturado de objetos, Paula ofrece otra mirada. «Mi propuesta es que la gente logre bienestar a través de cosas materiales, pero que no sea una cosa superficial. Se puede lograr con cosas elegidas con más ojo, que no sean de alto costo. Y sí, tiene un impacto directo en las personas».

Los objetos que cuentan historias

Cada creación de Taller W está pensada para embellecer la mesa sin ostentación, pero con carácter. En su catálogo se despliega un universo de piezas versátiles, llenas de encanto, hechas a mano y con materiales nobles. “Quiero que la gente se sienta bien en su casa sin tener que gastar una fortuna”, explica Paula, y esa filosofía está presente en cada producto.

Las servilletas, por ejemplo, son pequeñas obras de arte. Están disponibles en versiones lisas desflecadas, bordadas o estampadas con motivos delicados como hojas, mariposas y pajaritos. Paula las piensa como elementos esenciales de una mesa bien puesta, pero también como piezas que permiten jugar con texturas y combinaciones: “Me encanta mezclar lo liso con lo estampado, o meterle un bordado inesperado”.

Los caminos de mesa son otro de los protagonistas del catálogo. Están disponibles en linotto, arpillera rústica —con o sin bolillo decorativo— y versiones estampadas con motivos como alcachofas, abejas y magnolias. “Quiero mesas relajadas, pero no descuidadas”, dice Paula, y en ese equilibrio reside gran parte de su propuesta estética.

Los porta cubiertos, uno de los productos más distintivos del taller, combinan funcionalidad con diseño. Hechos en linotto o arpillera, vienen estampados con insectos, números y otros motivos, pensados para ocasiones especiales o para agregar un toque único al día a día. “El porta cubiertos es como un regalo dentro de la mesa”, comenta Paula. “Es chico, pero cambia todo”.

También hay individuales y paneras que siguen la misma línea: confeccionados en linotto y arpillera, con atención al detalle y pensados para durar. Las paneras se ofrecen en varios formatos —grande, cocktail y ovalada—, y se complementan con bolsas de pan y cubrebotellas estampados, que transforman lo funcional en algo entrañable.
Cada uno de estos objetos es una invitación a mirar con más atención. A detenerse en lo cotidiano. A encontrar belleza en lo simple. «Hecho a mano» no es un eslogan para Paula, sino una declaración de principios: “Cada pieza tiene una parte de mí. No hay dos iguales”.

Taller W no es solo una marca de decoración. Es el reflejo de una transformación personal, un reencuentro con la sensibilidad y una invitación a mirar con nuevos ojos lo que nos rodea. Paula Weinstein no solo viste mesas: con cada pieza, cose un gesto de cariño, un detalle que hace más humano el día a día.